lunes, 8 de junio de 2009

Poker face


Cuando hace casi dos meses recibí un mail de un contacto desconocido y lo abrí con la misma curiosidad que mató al gato, ni se me pasó por la cabeza todo lo que iba a venir después.

"Cosas que me gustaría contarte" decía el asunto.
"Ojalá un día pueda decirte todo lo que te quiero isis" decía el texto.

La cosa ya prometía. Contesté al mail anónimo con poca gracia y mucho pasotismo, porque lo que en principio me había olido a virus, después de abrir el mail pasó a olerme a bromita pesada. No podía estar más equivocada.

Mensaje tras mensaje de este "admirador secreto", he ido descubriendo no sólo que de verdad "me quiere", sino que es un amigo mío cercano, que tiene miedo de decir quién es. Ah, y por si fuera poco, que lleva sintiendo algo por mí desde hace casi un año. Toma ya.

La historia vista desde fuera, y seguramente contada con más sentimiento, supongo que es hasta bastante bonita. Incluso emocionante y peculiar; sobre todo peculiar.
De hecho reconozco que se me han puesto los pelos de punta en más de una ocasión con los mensajes de este 'chico misterioso', y a veces incluso me he dejado llevar por la historia y he imaginado qué pasaría si resulta que sea quien sea, yo le correspondo.

Pero el caso es que el chico dice estar enamorado de mí incluso por cómo le escribo cuando le contesto sin saber quien es...¿¿?? Según él soy guapa, lista, divertida, buena, se puede contar conmigo para todo, se va todas las noches pensando en mí a la cama, y cree que soy la chica de su vida...hasta las trancas vamos. Y llamadme rancia si quereis, pero a mí tanto amor me desborda. Más que nada porque primero, no sé quien es, segundo, es un amigo mío y tercero ¡no sé quien es y es un amigo mío!

Así que resumiendo llevo dos meses dividida entre la sonrisa bobalicona que se me pone al leer tanto comentario azucarado, y lo acojonada que estoy al pensar qué pasaría si fuera tal o si fuera cual.

Por supuesto, también ando sacando el alma detectivesca que llevo dentro. Así que cada dos por tres me pongo en plan CSI, y al más puro estilo Grissom intento sacar pistas de cada mail que me manda o de cada frase que me dicen mis amigos, buscándole doble sentido a cada cosa que hacen. Por si fuera poco, me da un vuelco al corazón si alguno tiene alguna actitud más cercana de lo normal, y me hago listas mentales barajando quien puede ser y a quien descarto definitivamente. ¡Así no puedo seguir!

Desconfío de todo y de todos, y lo peor es que por más que he intentado no pensar demasiado en el tema y tener el control de la situación, he terminado pensando quien quiero que sea y me he sorprendido a mí misma sintiendo cosas por quien jamás habría imaginado sentirlas. Y sí, eso sí que me da pánico.

¡A este ritmo acabo tarada! Menos mal que después de estos dos meses pidiéndole que me diga quien es, el chaval ha decidido dar el paso de declararse, porque debe de estar yendósele la pinza aún más que a mí. Por eso mañana hemos quedado para vernos por fin.

A este paso de aquí al momento de la pseudocita-a-ciegas mis uñas serán muñones (probablemente incluídas las de los pies), habré adelgazado por lo menos 2kg, y se me caerá el pelo a matojos.
Y es que tengo tantas ganas como miedo de descubrir quién es el romanticón que lleva dos meses volviéndome loca. Pero me da terror el momento en que llegue al sitio acordado y aparezca un amigo mío como si nada....se me revuelve el estómago al pensar que puedo hacer mucho daño a un amigo, y que las cosas pueden cambiar y mucho. Pero se me ilumina la cara cuando pienso que puede ser quien quiero que sea, aunque segundos después me acojono de nuevo por querer que sea esa persona.

Pase lo que pase, estoy deseando que llegue mañana, porque puede estar muy curioso. Por si acaso, iré ensayando mi cara de poker, para que cuando se descubra por fin no se me note mucho sienta lo que sienta, que aún no sé ni yo lo que será... Escribiré aquí pronto :)