Érase una vez, una princesa que vivía en un castillo. Su piso era el 5b, y su reino un barrio del sur de Madrid.
Hace años, la princesa y un apuesto príncipe de un reino cercano, se conocieron estudiando en la misma clase. Y entonces su historia de amor comenzó poco a poco...no lo pudieron evitar: acabaron enamorándose.
Pasó el tiempo y nuestros jóvenes príncipes vivieron miles de cosas juntos. Viajaron a lejanos lugares, compartieron amigos y familia, se hicieron felices mutuamente, y acabaron planteándose compartir sus coronas y castillos.
Pero un día...un día todo esto cambió. La bella princesa y el príncipe encantador separaron sus caminos bruscamente. Y entonces todo el mundo que les rodeaba se tambaleó. Todo el pueblo se preguntaba qué había podido pasar y por qué, y ellos mismos se paseaban por sus aposentos y por sus territorios con el corazón triste y el alma perdida.
Los corazones nobles del reino intentaron entender el problema, y ayudar a los desorientados protagonistas a afrontar su nueva vida por separado. Mientras las malas lenguas, que de eso siempre hay entre los campesinos aburridos del pueblo, intentaron convertir con sus palabras al príncipe en rana, tratando con ello de encontrar un malo en la historia y echar así por tierra el precioso recuerdo de una vida juntos, que se había pausado sin más. Porque todo en esta vida tiene que bajar después de subir. Sin malos ni buenos, sin víctimas ni culpables.
Llegados a este punto del cuento, lo esperado es un giro que nos lleve a un final feliz...pero no todos los cuentos de hadas acaban tan pronto, y nuestra historia aún no tiene final.
Quizá nuestros protagonistas se reencuentren en un próximo capítulo, o quizá por separado encuentren una felicidad renovada que debía llegar después de todo el dolor de esta historia...la vida no tiene guiones.
Lo que sí te puedo decir, pequeña princesita, es que todo pasará, que volverás a sonreír. Y que pase lo que pase, por malo que sea, siempre amanece...siempre habrá un nuevo día y una nueva oportunidad para ti. Comerás perdices, te lo prometo
Me tienes aquí, lo sabes, verdad? siempre siempre, porque te quiero hermanita.