martes, 10 de febrero de 2009

Mi infierno no era para él


S fue muy importante para mí, pero hace tanto tiempo que hasta ahora ni siquiera tenía un huequito en mi blog.
¡¡Lo que son las cosas!! años después, sin venir a cuento, el tío se ha hecho no sólo un hueco aquí, sino otro en mi cabeza, de donde mi portera personal le había echado a patadas hace varios años ya, enseñándole el cártel de "Reservado el derecho de admisión". ¿Qué le vamos a hacer? se ve que el chico se ha colado por la puerta de atrás, y ahora no me queda otra que hablar de él.

El caso es que S y yo nos conocimos en Julio y estuvimos juntos por primera vez en Agosto. Olía a limpio, sonaba a "Todo" y a "Como lo tienes tú" de Pereza, tenía un aire de pasotilla que me descolocaba las hormonas, y los labios más bonitos que he besado nunca. Con todo el dolor de mis alas, le dije adiós un Agosto después. Fue un año intenso para mí, para él y para su novia.

Aunque aprendí la lección y desde entonces huyo de las parejas de 3 como del reggaeton, no me arrepiento para nada de lo que hice. Lo recuerdo todo con mucho cariño y con una sonrisa, aunque también me pica un poquito.
Estaba pillada por S como pocas veces he estado, y aunque suene a atontada que se lo cree todo, sé que él también lo estaba. Supongo que gustar a alguien que conoces en el Camino de Santiago te da esa seguridad. Allí no hay maquillaje, trapitos, alcohol, ni ninguna otra cosa que pueda nublarte por dentro o por fuera. Allí eres simplemente tú, a todas horas. Con tus peores pintas, con tu peor genio, y con tus defectos y virtudes al descubierto.

Así que S y yo nos conocimos tal cual eramos, en una situación que te une desde el primer momento, y lejos de su novia. La experiencia del Camino en general fue inolvidable, y conocerle a él en particular fue el queso de mis macarrones, como diría Juno. Por eso, todo lo que vino después era de esperar.
Fue un amor pasional, al mirarnos todo era tan evidente, que un día nos acercamos el uno al otro, despacio, como si fuera lo más natural del mundo, y en algún momento nos tuvimos que besar. El resto vino solo.

"Creo que voy a dejarla por ti" me decía él cuando nos veíamos. " Yo no te estoy pidiendo nada" le decía yo, que sabía que no la iba a dejar. Y lo decíamos de verdad. Porque él sufría al querer estar con las dos, y a mí cuando estábamos juntos todo me daba igual. Supongo que estaba tan segura de mí misma, tan contenta de poder tenerle de alguna forma, que no pensaba. No me daba cuenta de que aquello no era suficiente para mí.

Lógicamente los problemas llegaron más pronto que tarde. No se puede ir de flipada por la vida, cuando se es una candy-candy como yo. Enseguida empezó a costarme cada vez más no verle, saber que estaba con ella, o verles juntos cuando quedábamos en grupo. Iba como un alma en pena por el mundo, llorando porque le quería , y pensando en él a todas horas. SSSSSSS, no pensaba en nada más. Me empalaga hasta acordarme.
Además la chica me parecía buena gente, así que yo a cada momento me sentía peor persona por desear cada vez más que se cayera a las vías de un tren o alguna desgracia similar. En mi interior sabía que si alguno de los tres se merecía caer a las vías, no era ella.

Así que aquella última noche, los dos intentamos parar las cosas, porque todo aquello nos estaba haciendo mucho daño, pero hablar con alguien seriamente y poner los puntos sobre las íes, no te da nada de credibilidad cuando dos minutos después te lanzas a su cuello...En fin, supongo que me encantaba demasiado.

Pasión tuve mucha la última noche, pero de la ración de novia tampoco me libré. Ella decidió venir con todos nosotros a mitad de la noche, y él tras un intento pésimo de que no viniera y no se diera cuenta del por qué, se puso los calzonazos y le dijo que iba a recogerla.
Me parecía horrible que después de casi todo el verano sin vernos, y después de haber vuelto a comprobar que no eramos capaces de ser solo amigos aunque nos lo propusiéramos, esa misma noche se trajera a miss- S. Pero lo peor de todo era que lo entendía, y lo reconocía por fin...ella era su novia, y yo siempre sería la segunda. La quería más que a mí.

Así que una Isis muy ofendida pensó en sí misma de verdad, y con la cabeza muy alta, se despidió con un "mejor que no nos veamos en un tiempo, porque está claro que no puedo ser tu amiga, y que tampoco voy a ser nada más", y se fue haciendo ruido con los tacones en mitad de la noche. Esa fue la última vez que vi a S.

Meses después un inesperado y amigable R me ayudaba a salir del agujero donde yo solita me había metido. Aunque ya no nos hablemos apenas, y aunque me decepcionara tanto en su momento, siempre valoraré lo que me ayudó sabiéndolo y sin saberlo.

En cuanto a S, con el tiempo el enfado se me pasó, y me quedó ese recuerdo bonito de una historia donde tuve tan buenos momentos. Me encantaría volver a verle, saber qué es de su vida y, quizá, reírnos de nuestro pasado con "Pereza" de fondo, o unas buenas botas y un camino bajo los pies.

2 comentarios:

Caos dijo...

No es mi historia, pero ya sabes que se parece mucho. Siempre somos una tontas y ellos nunca las dejan. Tuviste el valor de dejarlo pasar, ojala pudiera hacer lo mismo y dejar de sentirme una tonta cada vez que pienso en el sabiendo que quiere a otra, aunque él tampoco me deje marchar.

Fue una bonita historia, habrá mas.
Un beso

J.C dijo...

Bueno,. a mi me cuesta decir algo cuando leo algo sobre sentimientos.
He leido tu texto y no sé que podría escribir aquí.

un saludo