sábado, 28 de febrero de 2009

Vacía

Cuando hice el curso de monitora, nos explicaron que si un niño se siente decepcionado en todos los ámbitos de su vida, esto es, familia, amigos, estudios, etc, se sentirá frustrado; Y si no se le ayuda o se soluciona su situación, tiene un futuro algo negro. Me recuerda a la pirámide de Maslow. Es algo similar. Ambas teorías se basan en que el ser humano tiene ciertas necesidades, que si no cubre, le convertirán en un ser amargado, por explicarlo con mis palabras.
En el caso de ese niño, nos decían en clase que si por ejemplo es marginado en el cole, sus padres se están separando, tiene malas notas, etc. es decir, si en todas las áreas de su vida le va mal, el niño no tendrá dónde apoyarse para superar los obstáculos, y la situación se convertirá en una bola de la que no podrá, en principio, salir.

Pues bien, hoy por hoy, yo me siento como ese niño frustrado. No es que en cada ámbito de mi vida me vaya mal, es que en ninguno me va bien del todo. Es algo así como esa canción de Pereza que decía "Tengo de todo, dentro de un orden, pero en el fondo nada que importe".

Enumerar mis "desgracias" personales y los motivos de la tristeza que hoy me ha hecho quedarme en casa teniendo tres planes diferentes, no viene a cuento y sólo conseguiría hundirme más. Nada peor que eso en este momento. Bastante me está costando últimamente quererme el poquito suficiente para no encerrarme en casa todo el día compadeciéndome debajo del edredón.
Me agarro al apoyo de mi familia, que dentro de los problemas, es el rinconcito de mi vida que creo que mejor va, y al apoyo de mis amigos, arma de doble filo considerando que dentro de ellos se encuentra una de las mayores razones de mi amargura: L .

Digamos que si esta semana estaba en la cuerda floja, especialmente ante mi frustración profesional, ya que por mucho que intente adaptarme y animarme creo tener claro que no quiero ser fisioterapeuta , y un terrible "¿y qué hago ahora?" me persigue cada vez que respiro, L ayer se dedicó a darme empujoncitos hacia el vacío mientras se reía diciéndome "¿pero por qué te enfadas conmigo?".
Lo suyo y lo mío es el cuento de nunca acabar. Lo que está claro es que por mucho que sea mi mejor amigo, disfruta jugando conmigo sin saber el daño que me hace. Así que por trigésimonovena vez, por lo menos, hoy me propongo dejar de bailarle el agua y centrarme en ir llenado esas áreas vacías de mi vida.

Me niego a ser una amargada a los 22 años, insegura y resignada a hacer algo que no le llena, persiguiendo a un chico que no la quiere, y escondiéndose del mundo. No sé qué voy a hacer para ordenar mi vida, y sobre todo para valorarme de una vez, pero hoy me prometo a mí misma que no dejaré que esa bola imparable llegue a formarse. No seré esa niña frustrada y amargada. No, no y no.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Con 22 años es normal tener inseguridades. Juegas con la ventaja de tener toda una década por delante para lanzarte a la aventura sin temor al fracaso. Es cierto que los asuntos del corazón son complicados a cualquier edad, pero en el terreno laboral está socialmente aceptado que elijas y te equivoques las veces que haga falta mientras seas tan joven. Disfruta de esta época todo lo que puedas, que la vida ya se encargará de exigirte casi tanto como tú a tí misma.
Un beso.

Kalikrates dijo...

Pampanitos ha hablado como el oráculo. Totalmente de acuerdo.
Se feliz, o por lo menos inténtalo.

isis dijo...

pampanitos, no sabes lo bien que me vino leer este comentario cuando lo escribiste hace unos días. Y es que como dice kalikrates, tienes razón.
Gracias a los dos

Miguel dijo...

Pues si, el vivir una infancia de terror marca irremediablemente.
Y si eso te convierte en un bicho raro con problemas para relacionarte, pues peor.
Y aunque te hagas psicologo de ti mismo y tomes conciencia de tu verdadero interior para intentar arreglarte y consigas algo...

De nada sirve, te van dando palos y palos, hasta que ya no confias y apetece hacerse un asesino psicopata para dejar de sufrir.

Eso grito.

isis dijo...

En mi caso tuve muy buena infancia, pero está claro que pasarlo mal en esa época marca.
Aún así, pienso que todo el mundo cambia y evoluciona. Y todo puede mejorar. No hace falta convertirse en un asesino psicópata. Basta con intentar disfrutar de la suerte que tenemos de estar aquí, aunque alguna vez nos cueste y nos sintamos vacíos, como yo cuando escribir esta entrada.