jueves, 3 de julio de 2008

Zorra apaleada


Para ella sólo existían dos tipos de hombres: los que no la merecían, y aquellos a los que no podía alcanzar.
Se pasó la vida rechazando y dañando a hombres que, a su parecer, no le llegaban ni a la suela del zapato. Mientras que entre uno y otro se dejaba torear por quienes más deseaba tener: los que pensaba que eran demasiado para ella.

Los primeros sufrieron su orgullo y su perfil más altivo. Les hizo todo aquello que la destrozaba cuando ella era la víctima, y jugó con ellos hasta aburrirse con todos y cada uno ¿Qué más daba?: No eran nada para ella. Fue tan cruel, que poco a poco y a pulso, se ganó uno de los calificativos más usados contra las mujeres: con todas las letras, era una zorra.
Los segundos la eclipsaban de tal manera desde su punto de vista, que a su lado se sentía un gorrión. Pequeña, marrón, insignificante, una más. Les seguía allá donde iban, hacía todo lo que le decían, si les faltaba el aire iba corriendo a llevárselo. Mostraba tanto servilismo y tan poca personalidad, que tanto los buenos como los malos terminaron abandonándola, ignorándola, engañándola, apaleándola. A algunos de estos hombres, ni siquiera se atrevió a acercarse jamás. ¿Para qué? No era suficiente para ellos

Ahora, cuando se mira en el espejo, y mientras se desmaquilla pasando el algodón lentamente por todas las arrugas que los años han hecho aparecer en su cara, ve una mujer desconocida. Se pregunta dónde ha quedado su vida, y cómo será el amor, y llora en soledad cuando se da cuenta de lo que ha sido y lo que siempre será: una zorra apaleada

6 comentarios:

Unknown dijo...

Con esa premisa era imposible que fuese feliz... Es una lástima no saber encontrar el término medio y darse cuenta de qué es lo mejor para una.
Lo has descrito muy bien

Adise dijo...

Creo que cuando todos seamos un poco más mayores y nos miremos al espejo, éste nos devolverá algo de lo que, o bien nos avergonzaremos, o bien dañará más la herida. Pero eso es algo a lo que tenemos que estar preparados, al fin y al cabo, que tire la primera piedra quien no haya roto un plato en su vida.

Estaré (estoy) por aquí. Sólo que me he quedado muda. Ahora me da envidia leeros, yo ya no soy capaz de escribir.

¡Un montón de besos!

Isthar dijo...

Y lo triste del caso es que se convenció a sí misma de unas premisas que la convirtieron en lo que quizá nunca habría llegado a ser sin prejuicios.

Autoconvencerse es quizá el mayor lastre que existe.

Kalikrates dijo...

Espero que solo se trate de un relato, aunque creo que todos conocemos a gente que tiene un sexto sentido para liarse siempre con quien no debería.
Un abrazo

isis dijo...

taza: la verdad que sí es triste no encontrar un punto intermedio; que todo sea blanco o negro, no conocer el gris. Como dices, así era imposible que fuese feliz...

adise: Ojalá cuando nos miremos en el espejo dentro de unos años estemos orgullosas de lo que veamos (o que almenos no nos dañe demasiado) Me alegro de que sigas por aquí ;)

Ishtar: creo que has dado en el clavo. Si una misma se convence de algo... ¿quién será capaz de meterle en la cabeza lo contrario? Autoconvencerse fue uno de sus grandes errores

Kalikrates: estate tranquilo, sólo es un relato ;) aunque está basado en algunas cosas que veo. Y es que tienes razón, todos conocemos a alguien con ese sexto sentido...

Besos para todos!

Anónimo dijo...

Me gustó sobremanera la historia... a excepción del final.