
Yo siempre había sido de esas que dicen "Uf, ¿correr? qué pereza, qué aburrido, que cansancio...yo paso". Y las dos o tres veces que me había decidido a salir a correr, había vuelto con un "nunca más" en los labios y en el costado...¡dichoso flato!
Pero esta primavera inexplicablemente me ha traído nuevos aires, y desde hace un par de semanas estoy jugando a ser deportista. Lo más raro de esto...¡¡que me encanta!!
Todos los días hago ejercicio en casa (yo a lo baratito, que no están las cosas para más) y luego salgo a correr.
Me carga las pilas muchísimo cuando estoy bajita, y descargo energía cuando me entran subidones. Pero lo mejor de todo es que se está convirtiendo en MI momento del día. Un rato que me dedico a mí, para cuidarme y para estar sola.
Me centro en lo que me rodea: los sonidos de los pájaros y los niños del parque; el sol que me calienta los hombros, o el fresco en la cara cuando salgo de noche; la sensación de mis pies contra el suelo a casa paso; mis respiración acompasada...
Lo recomiendo.
Además, todo esto me ayuda a no pensar en muchas cosas que me agobian.
Y esta semana sobre todo a no pensar en L, que está quedando otra vez con su ex novia (nooooooooo) y mucho menos en D, porque he descubierto que las chicas malas también sufren. Aunque quizá es un castigo merecido que, por cierto, me está haciendo muy fuerte.
¡¡Me voy a correr!! :D